El Atlántico esconde un archipiélago portugués, un pequeño paraíso que solo puede disfrutarse de una forma, abandonándose a merced de su explosiva naturaleza.
Las nueve islas que componen este paraíso destilan armonía de norte a sur, derrochan belleza de este a oeste, comenzando por Santa María, São Miguel, Terceira y Graciosa, pasando por São Jorge, Pico y Faial, y acabando en Flores y Corvo.

Su naturaleza es exuberante a rabiar (con una combinación de plantas que guarda la esencia de cada continente del mundo), abruptas costas con impresionantes acantilados y playas de arena negra, el contraste del calor que emana el centro de la Tierra con el frescor del océano y coquetas ciudades talladas en basalto.
Las Azores tienen esa aura enigmática propia de los lugares remotos, ese atractivo que la hace irresistible.
